(Tratado de Valençay), presionado por sus dificultades bélicas.
La vuelta del rey a España presentaba, aun así, graves problemas: como la aceptación de Fernando VII de todos los cambios que, en su nombre y en el del todo el pueblo Español, realizaron las Cortes de Cádiz.
Los liberales pretendían que el rey acatara y aprobara las normas en la Constitución de 1812; los absolutistas, por la contra, sostenían que el rey debería de recuperar su antigua plenitud.
Fernando VII llega a España en marzo de 1814. Desembarca en el puerto de Valencia, dónde fue recibido con un gran entusiasmo popular. Hay que tener en cuenta que el hecho de que el rey tarde en llegar a Madrid, dónde lo esperaban las Cortes de Cádiz para que jurara la Constitución, como una artimaña del rey para que se informase de las fuerzas con las que podía contar para restaurar la monarquía absoluta. Efectivamente un grupo de 69 diputados absolutistas, apoyados por el general Francisco Javier Elío, entregarán un manifiesto al rey, conocido como Manifiesto de los Persas, en el que apremiaban a Fernando VII a derribar toda la obra de Cádiz. Contando con el apoyo de eclesiásticos, de algunos jefes militares y de sectores del pueblo que identificaban las reformas liberales como agresiones a la Religión y a las costumbres tradicionales, el rey finalmente tmó la decisión de dar un golpe de Estado y en mayo de 1814 declarará nula toda la obra de Cádiz mediante el conocido como Decreto Real de Valencia.
La restauración absolutista conllevó a la disolución de las Cortes y a el restablecimiento de las vetustas instituciones del Antiguo Régimen, al saber:
- Inquisición
- Señoríos jurdisdicionales
- Censura
- Privilegios fiscales para la nobreza y el clero
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